sábado, 29 de diciembre de 2012
Sin definición.
Somos esas cosas que no se pueden definir y nos gusta. Vaya que si nos gusta, más de lo que pensamos, créeme. Porque no somos, ni tú ni él ni ella. Cuántas negaciones en tan pocas palabras y cuántos pensamientos corriendo a mil por hora sin dejar de negar, otra vez. Y ni se te ocurra buscar un diccionario para ponerle nombre, ni siquiera apellido, qué mancharías este sinsentido y no queremos eso. O no quiero, que sé yo. Somos como esas palabras polisémicas, pero sin ser, y quedamos hasta bonitos. Incluso le ponemos siglas por poner algo, aunque no haga falta, claro, porque nunca la hace.Y sin saber de qué hablamos lo entendemos todo y eso sí que no, porque entender se me da fatal y terminamos sabiendo todo y teniendo significado. Y no, mira, que lo dejes. Deja de definirme.
viernes, 28 de diciembre de 2012
Diciembre, amargo.
Una tarde de Diciembre más en la que cada uno deshoja su tiempo como quiere. Y lo revuelve, lo mezcla, pero no lo desperdicia. Ella se toma un chocolate caliente en la terraza de un bar lleno de ruidos. Él pasea entre el vaho de los recuerdos entre farolas. Y tú, bueno, tú lees esto. Como si no tuviéramos nada más que hacer. Porque quizás no pero y si. Siempre con el condicional en la boca y nunca se desgasta, no, pero se cansa, claro. Es el tercer bastón que le he visto esta semana ya. Y no hablemos del subjuntivo, que se queja igual no te vayas a pensar, pero lo disimula mejor con eso de los ojalás. Ojalás con carencias de acciones, por supuesto. Y entre acciones que dudan hacemos la tarde, y si me apuras la noche. Otra noche. Otra vez.
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