Tengo miedo de mí.
Soy el nudo que tengo en la garganta desde que te conozco, y que no deja de jugar con mis palabras para que no salgan.
Te quiero. Decir tantas cosas que se me llena de polvo todo lo que nunca te he dicho y quisiera gritar.
He aprendido a gritar. Con los ojos. Y me parece una de las cosas más bonitas que se pueden hacer con ellos. Y mirarte. Porque mirarte es verme a mí. Es vernos. Es quedarme ciega de sentimientos y aun así seguir viéndote. No es magia, somos nosotros.
Tengo miedo de ti.
Eres las ganas de una noche de verano sin fin. Eres mi revolución de pensamientos por minuto. Eres mi primavera en un día de invierno. Soy invierno si no te tengo.
Me quieres. Sin saber pronunciarlo en voz alta pero cantándomelo en silencios. Y nunca los silencios me hablaron tanto como cuando los comparto contigo y me hablan de nosotros dos.
Tengo miedo de nosotros.
Somos la vida encerrada en dos corazones pequeños. Y tan frágiles que temo romperme y que te rompas tú conmigo. Que nos rompamos los dos. Que no sepamos levantarnos. Que la caída no nos deje salir nunca.
Tengo miedo
de mí
de ti
de nosotros.
Pero
te quiero
y
me quieres.
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