domingo, 27 de octubre de 2013

S.

La noche comienza entre humo, cigarros y manos. Entre risas que no se detienen, voces que no dejan de beber y silencios que no dejan de gritar. Y mientras tanto, estamos tú y yo, mirándonos a través de toda esa gente que nos acompaña y que tan solo queremos que desaparezca para poder fundirnos las pupilas. Giramos la cara despreocupados por atender a toda esa gente que nos llama y preocupados por haber roto el contrato de permanencia con la mirada. Puedo ver como me miras con la boca aunque no pronuncies palabra, aunque no tenga puestos los ojos en ti. De repente sonríes, y lo sé porque te oigo, y entonces me río. Como dos autómatas volvemos a chocar nuestros ojos en una guerra que no queremos que acabe nunca. Y la mirada se vuelve beso y el beso se vuelve vida. Las lenguas bailan las ganas con las que está jugando la noche hoy con nosotros. De pronto tu mano, y le sigue la mía, y ya no somos dos, sino uno. Nos convertimos en velocidad a tres besos por segundo y me faltan sentimientos que meter y miedos que quitar. Y la noche nos guía, nos envuelve, nos encierra, nos consume, nos alimenta y nos funde. Y nos dejamos llevar, me llevo, te llevas, nos llevamos. Y explotamos, con el corazón como testigo.

2 comentarios:

  1. Pasión desmedida mientras se declaran la guerra. Precioso texto.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La buena guerra en el amor es la que te revoluciona pero no mata, :).

      Eliminar