viernes, 24 de mayo de 2013

Vacíos en folios muertos.

Llevo horas mirando el papel tan fijamente que creo que de un momento a otro va a romperse y va a desintegrarse en trozos tan pequeños como yo.
Está tan vacío que me recuerda a un jarrón sin flores, una despedida sin beso, un domingo por la tarde, a ti sin mí. 
Es tan blanco como una pared muerta, unas sábanas desordenadas, una taza sin café, una nube que no llora.
Puede ser tan frío como un hielo cuando quema, una tarde sin abrazos, una mañana sin los buenos días, un invierno en pleno verano.
Se le nota tanto la tristeza en las cuatros esquinas de su cuerpo que ya no sé si doblarlas, romperlas o arrugarlas.
Y es que me mira de una manera que siento que me puede romper, que va a atravesarme desde su vacío y va a tirarme al abismo más cercano -para separarme de ti-.
Pero cómo decirle que ni un papel nos puede separar, me puede separar de ti.
Que desde que soy feliz, es él quien se ha separado de mí, es quien ya no me deja crear sueños con palabras, ya no me susurra poesía por las noches, ya no me salva cuando muero.
Pero verás, eso es porque eres tú quien me devuelve los sueños cada día y me los quita por la noche, quien me hace poesía con sólo rozarme la mano y quien me salva de la muerte viviéndome.
Que me he dado cuenta de que no necesito escribir en un papel para ser feliz porque me gusta mucho más escribir en ti para poder leerte después.

No hay comentarios:

Publicar un comentario