Creo que nunca se nos rompió el amor porque nunca lo tuvimos.
Lo veíamos tan de cerca que lo creíamos nuestro pero es que jamás supimos hacérnoslo.
Tirábamos de los hilos que se nos perdían de tanto quitarnos la ropa, la piel y la vida, pero cómo decirte que sólo conseguíamos perdernos un poco más de lo que ya estábamos. Que no sabíamos a dónde ir, a dónde huir. Creo que contigo aprendí a huir de mí misma y no sabes la de veces que me perdí, por ti. Pero nunca viniste a buscarme y ese fue el error de seguir esperándote en una parada en la que ya no pasaban autobuses. Desde entonces, no he vuelto a subirme a ningún autobús sin acordarme de ti, sin esperar que seas el chico de la sonrisa que tanto me gusta o el que de un momento a otro me mirará y bajará la vista en cuanto me dé cuenta. Porque siempre has sido mi viaje preferido, mi salida de emergencia, mi entrada al paraíso. Y no entiendo que lo hayamos pisado todo sin bailar siquiera antes. Que a lo mejor es que nunca quisimos bailarnos el agua y por eso tanta tristeza metida entre pupila y pupila. Que ya no te miro como antes, que ya no te lluevo como antes. Y no sabes la sonrisa que se me dibuja en la cara al saber que no dueles, ni siquiera un poco. No eres olvido, pero eres un recuerdo que sonríe, y creo que nunca he sido tan feliz como ahora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario