Estar muerta en vida es lo peor que te puede pasar.
Todo el mundo está pendiente del tiempo, de las prisas, de las personas, del amor, de las esperanzas, las ilusiones y yo, no siento nada. No siento nada porque se ha creado tal vacío en mi interior que es imposible que alguien lo pueda llenar, el posible hecho de intentar llenarlo haría explotar el vacío en mil pedazos y dejaría de existir.
Estoy dejando de existir, se han borrado todas esas líneas que alguna vez adornaron mi cara mirándote. Hablo de las sonrisas. Que ya no sé qué es sonreír y me duele tanto no poder sonreír como estar triste las veinticuatro horas del día.
Siento que el mundo se me escapa sentada en la misma posición hora tras hora pero es que ni siquiera me apetece levantarme, para qué, si no me lo voy a comer.
Tengo un duelo de sentimientos que se han instalado en mi cabeza y no me dejan concentrarme. Es como estar con alguien pensando en otro alguien, al final ni lo uno ni lo otro.
Al final has terminado matándome tú y no la vida, pero es que a lo mejor eras tú mi vida y por eso ahora esta muerte anticipada.
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