Para qué hablar si vamos a mentirnos.
Si vamos a contarnos que hemos viajado por mil sueños y en cada uno de ellos no aparecíamos nosotros (como si no nos soñáramos despiertos).
Que tú me dirás que no te has acordado de mí y el mundo se hará un poquito más pequeño, pero que fingiré no haberme dado cuenta de tu engaño. Y ella lloverá (mi niña interior digo).
Haremos que nos morimos de ganas de vernos entre risas (fingiendo ser bromas entre paréntesis) pero moriríamos por un cara a cara juntos.
Dirás que la espera se hace corta pero te habrán parecido los días más largos de tu vida mientras que la mía habrá ido muriendo poco a poco (sin ti).
Querré escribirte mil veces y se me llenará la cabeza de borradores queriéndote decir todo y terminar diciendo nada.
Tú me pensarás trescientas veinticinco veces pero evitarás mirarme en cada una de ellas por si acaso salto a la realidad y te como a besos de repente. Y yo te imaginaré en silencio y en lápiz, inventándote mil veces.
Pero para qué, amor.
Para qué.
Si yo te diré que te he echado de menos
y tú harás como que no me has creído.
miércoles, 27 de febrero de 2013
domingo, 24 de febrero de 2013
Sólo sé ahogarme en otros mares.
Yo también le he pintado la cara con sonrisas cuando sólo podía llover. Le he secado la lluvia a besos y hemos sabido crear un arcoiris juntos. Hemos creado tormentas en cualquier rincón del cielo y hemos sido calma después (o cama, puede ser). Pretendíamos ser sol en días grises y no sabes lo ciegos que podíamos quedarnos después de mirarnos tanto. Sus ojos tenían forma de salvavidas cuando yo me ahogaba en algún mar y el faro de aquel puerto nos hacía la introducción para naufragar en barcos rumbo a nosotros. Y nos perdíamos buscándonos entre nosotros pero siempre juntos; y bueno, a la mierda el mundo si me perdía contigo. Rumbo a la deriva de tu cuerpo era uno de los mejores destinos, y vistas, y paisajes. Que solos no podíamos nadar pero juntos surcábamos los siete mares cogidos de las manos.
Pero que ya no hay manos,
ni cuerpos
ni ojos
ni bocas
y yo ya no sé nadar
ni bucear,
sólo ahogarme
y créeme
se me da de puta madre.
Pero que ya no hay manos,
ni cuerpos
ni ojos
ni bocas
y yo ya no sé nadar
ni bucear,
sólo ahogarme
y créeme
se me da de puta madre.
viernes, 22 de febrero de 2013
En busca y captura.
Se busca mentiroso compulsivo.
Que en realidad no es que te busque, que ya te he encontrado. Pero vaya, que a lo mejor buscando a otro, te pierdes tú. Y que a ver si sales de la casa que tienes instalada en mi cabeza de una puta vez. Que digo yo que no costará tanto hacer unas maletas y cerrar con llave para siempre. Pero claro, tú un día te vas, desapareces y dejas la puerta abierta; y yo es que todavía no sé si abrírtela del todo o cerrarla para siempre. Que los recuerdos aun flotan por las paredes que nos consumían de vez en cuando, y digo de vez en cuando por no decir a todas horas, claro. Que la cama aun no la he hecho por si algún decides volver a medianoche para verme dormir (o para ver cómo te sueño). Pero que nunca apareces, y yo me despierto sobresaltada por el silencio. Que ya no se oyen nuestras risas consumidas entre bailes de gemidos y los vecinos ya no gritan que nos callemos. A veces hago ruido, solo para que se piensen que tú, y también yo. Pero el ruido me cala las huesos y voy corriendo hacia la puerta por si acaso te ha dado por volver. Pero sigues sin estar.
Que se busca, sí, pero que sólo a ti.
domingo, 17 de febrero de 2013
Ya nada tiene sentido.
Que ya nada tiene sentido, pero que yo sigo vagando por las calles de la nostalgia por si acaso alguna farola aun luce tu nombre. O visitarte en la plaza de los recuerdos que ahora sólo la comparten estatuas sin vida. Y perderme en callejones sin salida por tu cuerpo y saltar las vallas de lo imposible para crear nuestra propia huida con vistas a la felicidad. Pero que no, que ya sólo hay rotondas de círculos de recuerdos señalando carreteras dirigidas a la autodestrucción. Y que yo me montaría en el primer coche que me llevase a la locura cada noche.Y me cogería de cualquier mano que me llevase andando a la luna en un parque a medianoche. Y volvería borracha de ilusiones a la casa que nunca existió entre nosotros y me jodería la resaca de tus besos ya pasados. Pero que me follaría a tu recuerdo tan presente ahora mismo que me lo estoy comiendo con los ojos. Y a la mierda esa ropa que sólo te cubre los miedos. A la mierda las dudas que nos llueven y nos joden. A la mierda tú, y yo, porque ya nada tiene sentido.
miércoles, 13 de febrero de 2013
Quién.
Y quién me iba a decir que tú. Y que yo, que no nosotros, claro.
Quién me iba a decir que acabaría soñando despierta cada noche y tomando café con el insomnio.
Quién me iba a hacer sonreír a ilusiones que creí perdidas y olvidadas.
Quién iba a ser mis buenos días para sobrevivir al frío de cada mañana.
Quién iba a borrar mis yo nunca para convertirlos en quizás, tal vez, está bien.
Quién iba a ser soledad compartida en tardes de delirios.
Quién iba a ser noche gritando por los dos y callando más de una vez.
Quién iba a convertir las palabras en universo.
Quién.
Porque yo no.
Quién, repito.
Y nosotros se ríe.
Y yo llora.
Y tú.
Siempre tú.
Quién me iba a decir que acabaría soñando despierta cada noche y tomando café con el insomnio.
Quién me iba a hacer sonreír a ilusiones que creí perdidas y olvidadas.
Quién iba a ser mis buenos días para sobrevivir al frío de cada mañana.
Quién iba a borrar mis yo nunca para convertirlos en quizás, tal vez, está bien.
Quién iba a ser soledad compartida en tardes de delirios.
Quién iba a ser noche gritando por los dos y callando más de una vez.
Quién iba a convertir las palabras en universo.
Quién.
Porque yo no.
Quién, repito.
Y nosotros se ríe.
Y yo llora.
Y tú.
Siempre tú.
jueves, 7 de febrero de 2013
Búscame despacio.
Búscame despacio, me decías. Y bueno yo... yo no podía decirte que despacio fuera la palabra correcta. Si volaba hasta donde te encontrases tú, aun cuando estabas a un paso de mí, (entiéndase eso de volar como tú me hacías sentir). Que hacía carreras con la lluvia a ver quién te mojaba antes de las dos; ella tu ropa y yo tu cara. Pero que no sabes cuánto hubiese deseado ser ella a veces, (o siempre, ya me entiendes). Porque las maratones en tu espalda y los saltos de longitud hasta tus ojos eran necesidad y a quién coño le importaba ir despacio ahí, dime. Huía de la vida hasta que ésta me alcanzaba pero que no era un viaje en solitario, que huía contigo (en sueños, o algo así). Las prisas me podían al querer dibujarte sonrisas y pintarlas de besos todos los días y borrarnos del mapa para desaparecer (creo que juntos pero no sé). Lo nuestro era un puto sinsentido vaya, pero que era tan nuestro que cómo no nos iba a quedar bonito.
Y creo que por no ir despacio derrapamos y nos caímos y ya no hubo nadie quien nos levantase.
Pero que a mí me da igual, que yo te busco, despacio y sin espacios.
Y creo que por no ir despacio derrapamos y nos caímos y ya no hubo nadie quien nos levantase.
Pero que a mí me da igual, que yo te busco, despacio y sin espacios.
sábado, 2 de febrero de 2013
Él no escribía.
Y qué vas a saber tú de sus maneras de escribir si nadie lo hacía como él.
Que iluminaba las estrellas con solo mirarlas, imagínate. Que era dueño de cada acorde sin guitarra que tocase melodía y joder, qué bien sonaba. Que el sol se escondía al verle pasar y la luna le recibía entre luces de plata. Que muy pocas conocían sus manías y cada cicatriz de su piel. Que nadie más que él te respiraba como si se estuviera muriendo y luego te miraba como si el mundo se encontrase en tus ojos. Que estar con él era como estar en una cuerda floja constante de la que nunca querías bajar. Que sus huidas eran de esas mentales pero nunca físicas. Que sabía cómo recorrerte pero no cómo deshacer todo el puto lío que formaba, pero que hasta los nudos quedaban bonitos si era él quien los hacía.
Que nadie escribía como él porque él no escribía, te sonreía.
Que iluminaba las estrellas con solo mirarlas, imagínate. Que era dueño de cada acorde sin guitarra que tocase melodía y joder, qué bien sonaba. Que el sol se escondía al verle pasar y la luna le recibía entre luces de plata. Que muy pocas conocían sus manías y cada cicatriz de su piel. Que nadie más que él te respiraba como si se estuviera muriendo y luego te miraba como si el mundo se encontrase en tus ojos. Que estar con él era como estar en una cuerda floja constante de la que nunca querías bajar. Que sus huidas eran de esas mentales pero nunca físicas. Que sabía cómo recorrerte pero no cómo deshacer todo el puto lío que formaba, pero que hasta los nudos quedaban bonitos si era él quien los hacía.
Que nadie escribía como él porque él no escribía, te sonreía.
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