sábado, 2 de febrero de 2013

Él no escribía.

Y qué vas a saber tú de sus maneras de escribir si nadie lo hacía como él.
Que iluminaba las estrellas con solo mirarlas, imagínate. Que era dueño de cada acorde sin guitarra que tocase melodía y joder, qué bien sonaba. Que el sol se escondía al verle pasar y la luna le recibía entre luces de plata. Que muy pocas conocían sus manías y cada cicatriz de su piel. Que nadie más que él te respiraba como si se estuviera muriendo y luego te miraba como si el mundo se encontrase en tus ojos. Que estar con él era como estar en una cuerda floja constante de la que nunca querías bajar. Que sus huidas eran de esas mentales pero nunca físicas. Que sabía cómo recorrerte pero no cómo deshacer todo el puto lío que formaba, pero que hasta los nudos quedaban bonitos si era él quien los hacía.
Que nadie escribía como él porque él no escribía, te sonreía.

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